El pronóstico de lluvia que ya
viene siendo habitual los últimos años para nuestra jornada bateadora no
acobardó a nadie, los treinta y un bateadores del Grupo Mineralogista
iban llegando a su cita anual en la gasolinera de Moraleja.
Después de los saludos e intercambios, Iñigo y Juanjo salieron hacia el
Arroyo Fresnedoso acompañando a los bateadores más tempraneros y
puntuales.
Después, con el resto del Grupo, partimos al Fresnedoso. Cuando
llegamos, Iñigo había empezado su clase magistral de técnica geoquímica
de bateo en el Arroyo. Todos prestando mucha atención, incluso algunos
repetidores, entre los que me incluyo.
Mientras tanto, algunos avezados bateadores ya entregados a la búsqueda
del precioso metal, Angel, Frank y Ricardo, entre otros, iban poniendo
el listón muy alto. Batea tras batea a buen ritmo, indiferentes a la
lluvia que había comenzado, iban apareciendo las preciosas pepitas.
Entre los asistentes y por segundo año consecutivo, dos periodistas de
la televisión de Extremadura del programa “El lince ibérico”,
impresionados con el bote de las muestras que había conseguido Angel.
Poco a poco, todos íbamos consiguiendo las nuestras, algunos totalmente
empapados con la lluvia pero tan concentrados con sus bateas seguíamos
insistiendo indiferentes a la climatología.
Iba llegando la hora de la comida, y Juanjo y yo creimos que era el
momento de premiar a los dos mejores bateadores, al mejor de cada Grupo.
Entre los aficionados del AGEX era una joven y feliz bateadora la que
había obtenido la mayor pepita y muy contenta recibió sus obsequios, un
libro del AGEX, una revista Bocamina y una camiseta de cada Grupo.
En el GMM, la caza mayor correspondía a Ricardo, nuestro Presidente, que
recogió muy contento sus obsequios para su hija.
Mientras algunos nos íbamos situando como podíamos para comer, otros se
encaminaron a la quesería El Rañal, a avituallarse con sus deliciosos
quesos, todos antes o después terminamos allí. El ambiente como siempre
estupendo y las ganas de practicar este ocio tan científico como
divertido a tope, todos, tanto jóvenes como mayores.
Sobre las tres de la tarde la lluvia caía con fuerza y muchos bateadores
se fueron retirando, los que resistimos allí fuimos premiados con una
tarde soleada y tranquila en el Arroyo.
Y con la mayor pepita lograda en toda la jornada, cuyo bateador
Alejandro todavía debe estar sonriendo……
Además apareció por allí un aceitero local de cultivo biológico con sus
dos hijos encantadores, que se unieron al grupo para aprender a batear,
Gema y Eloy fueron sus maestros, menudo nivelazo! Y como no podía ser de
otra manera, consiguieron sus pepitas, la cara de alegría que puso el
pequeño al lograrlo la
guardo en mi memoria como de lo mejor de la jornada. Esperamos poder
verlos de nuevo como bateadores!
Y el tiempo no daba para más, intercambiando teléfonos llegaba la triste
despedida. Un año más lo habíamos pasado en grande, compartiendo afición
y disfrutando de ese entorno privilegiado y de la muy grata compañía. Y
carretera y manta. Hasta pronto amigos mineralogistas!
Patricia Gallego Abaroa
Tesorera Grupo Mineralogista de Madrid
|