13 Junio 2015

Mina de wolframio de Cabeza de Líjar

La cita era a las once de la mañana en el Alto del León y casi todos acudimos puntuales a ella, Carolina nos estaba esperando y tras hacer las presentaciones y recibir las primeras explicaciones de la jornada, fuimos entrando a por ese segundo desayuno en el Bar del Alto del León, otros quedaron fuera preparando los materiales.
A las once y media la caravana de vehículos partía hacia la mina por la pista forestal en dirección a Peguerinos. El estado del piso y los tremendos baches ralentizaban la marcha, lo que nos permitía disfrutar de las maravillosas vistas, por fin llegamos a la explanada Collado de la Mina y Carolina empezó a deleitarnos con su clase de geología. Los niños no perdían detalle de las explicaciones, aprendieron como funciona un carburero, olieron el carburo, como se obtiene el acetileno añadiendo agua y por fin la combustión del gas que enciende la llama. Nos habló también del wolframio y sus usos, del tungsteno y las bombillas, del mineral que íbamos a encontrar, la crisocola, de su formación con el cobre y el silicio con agua, de la mina y de como el wolframio aparece en los filones de cuarzo y de muchas cosas más que todos escuchábamos con gran interés.
Por fin llegó el momento de descender a la mina, de introducirnos en el interior de la tierra, de sentirla, verla y escucharla, como decía Carolina éramos unos privilegiados y así nos sentíamos. En la bocamina nos pusimos las botas de agua y los cascos, los más valientes se calzaron con sandalias de agua, y alguno quedó fuera para ceder sus botas a un amigo. Carolina dio las últimas recomendaciones y nos presentó a los moradores de la mina, los mosquitos que probablemente encontraríamos y los murciélagos. Fue la primera en entrar y todos fuimos tras ella, el agua cubría la entrada y estaba fría, los mosquitos vinieron a saludarnos y alguno los probó.
Pronto la primera parada, las primeras crisocolas habían sido localizadas por los niños, nos agachamos en silencio para disfrutar del paisaje de la bocamina desde dentro. Carolina nos iba explicando como se excavaba y extraía el mineral y aprendíamos términos mineros, los bolardos, pozo de ventilación, espejo de falla, las crisocolas chorreaban por las paredes…. Hasta explicó como se forman los terremotos y nos habló de Nepal. Llegamos al final de la galería y nos condujo a la izquierda a la sala de la crisocola. Preciosa bóveda cubierta del mineral en unas tonalidades azules y verdes, donde algunos se quedaron picando, Otros recorríamos la galería y las dos pequeñas transversales. Todos cogimos mineral. Sobre la una y media fuimos saliendo, a los más pequeños se les abría el apetito. En la bocamina se divirtieron abriendo un canal de desagüe. Ya todos juntos entonamos un Hurra por Carolina y nos hicimos un buen montón de fotos de recuerdo, una experiencia inolvidable para los más pequeños.
Carolina, todavía nos reservaba una última sorpresa y pidió que nos reuniéramos en los coches, con gran expectación pronto estábamos reunidos otra vez. Era la entrega de Diplomas. Fue nombrando y entregando su diploma a todos los jóvenes y sonrientes mineros. Todos estábamos encantados con la actividad realizada, con los conocimientos que habíamos aprendido y con Carolina y sus ayudantes. Algunos se quedaron a comer por la zona para visitar el punto geodésico que nos había recomendado, desde el que se divisan las tres provincias, Madrid, Segovia y Ávila con vistas impresionantes y una rosa de los vientos. Muchas gracias por esta experiencia Carolina y hasta pronto.