Explotaciones de Arcilla. Macisvenda. Murcia
y sierra de Albatera en Alicante
Para algunos, posiblemente para
muchos, socios y simpatizantes del GMM, el nombre de Macisvenda, localidad
de la provincia de Murcia, no sea un lugar del que tengan información o les
evoque referencia alguna por su interés mineralógico. Nuestros compañeros/as
del Grupo Mineralógico de Alicante, asociación con la que, recordamos de
nuevo, el Grupo Mineralogista de Madrid está hermanada, no coincidiría en
este punto. Ahora ya, finalizada la salida, esta circunstancia, puedo
asegurarlo, no se produciría, desde luego, con los socios/as del GMM que han
pasado el fin de semana de la festividad de San Juan oteando, pateando y
picando por las tierras y barrancos de Macisvenda y los de la población
colindante de Hondón de Los Frailes, ya en la provincia de Alicante.
En principio, todos los elementos climatológicos jugaban en nuestra contra:
comienzo del solsticio de verano y fin de semana (22, 23 y 24 de junio) con
anuncio de temperaturas muy elevadas. Sin embargo, ello no fue óbice para
llevar adelante nuestro firme propósito de visitar alguna cantera en zona
tan singularmente árida donde encontrar una sombra resultaba ser toda una
hazaña y, por supuesto, recoger muestras y piezas que, gracias a nuestro
empeño y determinación, asombrasen a propios y extraños.
Nos encontramos en el lugar concertado en Hondón de los Frailes, en la
tarde-noche del viernes 22 de junio donde pernoctamos. Como casi siempre
suele ocurrir la atmósfera creada era de sincera fraternidad y concordia.
Dilatamos el prólogo de la cena tanto como pudimos para que una familia
pudiera unirse al conclave y, por fin, una vez son todos los que están y
están todos los que son, se fueron disponiendo algunas viandas a base de
mucha verdura y hortaliza. Frisaban las cero horas del día 23 cuando, sin
más verborrea, y de forma cansina, cada mochuelo se dirigió a su respectivo
olivo.
No tiene el término municipal de Macisvenda grandes relieves rocosos pero sí
barrancos y simas en terrenos muy áridos. Se trata de un suelo de depósitos
del período mioceno, que poseen margas y arcillas con gran acumulación de
carbonato cálcico y materiales aluviales que, según las fuentes geológicas
consultadas, se acumularon tras el plioceno y el cuaternario por las tierras
colindantes.
Dimos la bienvenida a otros miembros del GMM y del GMA que llegaron al punto
de encuentro de la mañana y, a la hora prevista, la expedición partía hacia
la cantera y zona de barrancos y arcillas. Tras unos breves comentarios e
indicaciones sobre el material, la zona y la seguridad, algunos sobradamente
conocidos, pero no por ello menos necesarios de recordar y reiterar, ora por
aquí, ora por allá, unos se dispersaron hacia el nivel inferior y otros, la
mayoría, optaron por los niveles superiores de la cantera donde establecer
sus reales y fijar sus dominios y cuadriculas mineras.
De forma espontánea y natural el grupo se fue descomponiendo en cuadrillas
bien asentadas y organizadas. Esa diosa romana de la suerte, Fortuna, se
apiado de nosotros ante el horno de calor que desprendía Apolo, y todos,
absolutamente todos los miembros de la expedición, sin excepción, fueron
obsequiados con estupendos y magníficos cristales de yesos de variada
morfología, tamaño y transparencia.
Un universo de cristales puros y con impurezas, tabulares, alargados o bien
en masas compactas, se presentaban ante nosotros como recompensa después de
dos o tres horas de intenso trabajo. Todos recogimos los frutos y,
exhaustos, pero henchidos con tanta belleza cristalina fuimos cargando las
mochilas de piezas y muestras de una buena factura, incluso algunas de
verdadera colección.
Hacía las 13.30 horas todo el conjunto de picadores habían abandonado la
cantera y minutos después nos reuníamos en el Fogón del Fraile para
rehidratarnos y departir sobre los logros obtenidos y recrearnos, con
deleite y satisfacción, por la generosidad de la tierra con esta peña de
buscadores mineros.
El disfrute del almuerzo con la animada y extendida charla de sobremesa, dio
paso a un frugal, pero eficaz, reposo que revivió más de un cuerpo algo
desmadejado.
Nuevos hallazgos nos aguardaban. En una cercana explotación a cielo abierto,
donde se aprovecha un afloramiento plutónico de rocas volcánicas alcalinas,
se encuentran también otras rocas que acompañan al Plutón como calizas,
dolomitas y yesos. Es aquí, en las fracturas verticales de estas rocas donde
pueden encontrarse algunas riquezas minerales.
Tras la primera toma de contacto, pronto aparecieron algunas muestras de
clinozoisita (conocida también como pistacita), asociada a cuarzo de color
verde-amarillento a un intenso verde, en bellos tapices de cristales de un
tamaño aproximado de unos 3-4 mm. Algunos pudieron conseguir alguna pequeña
placa con un hermoso tapiz de cuarzos hialinos con un tamaño apreciable a
simple vista como puede apreciarse en algunas de las fotografías que
ilustran la crónica.
Los rostros se iluminaban con las hermosas muestras de clinozoisita y, por
qué será, nadie parecía darse cuenta de la temperatura (+ 30º).
Repentinamente, alguno/a preguntaba que era esa pieza algo rosada y habían
encontrado apatito, así como numerosas muestras de cristalizaciones de
calcopirita, yesos con pequeñas inclusiones de clinozoisita, y minúsculos
cristales de calcita acompañando al cuarzo en plaquitas de clinozoisita.
Para completar la variedad, recogimos un par de piezas de lo que parecen ser
cristales de granate oscuros muy brillantes presentados en forma escalonada.
Además, se aprecia una intensidad de color distinta según se trate de la
parte interior o exterior debido, según parece, a un crecimiento del mineral
en procesos o fases distintas. Un par de milimétricas muestras de crisocola
junto a clinozoisita venían a poner el broche a la jornada.
Mientras el sol estaba ocultándose, recogimos nuestros pertrechos y
encantados regresamos al Fogón del Hondón. Unas apetecibles vituallas de
jamón y queso frito de cabra nos alegraron el resto de la noche. Con
entusiasmo, entre bocado y bocado, íbamos regocijándonos de las muestras
obtenidas, mientras nos solazábamos con las fruslerías, pequeñeces e
incidencias de la jornada. Tan sólo 7 horas después, ya con plena luz,
volveríamos a citarnos para una nueva jornada en el mismo lugar. Considero
que, ciertamente, la jornada ha respondido, con creces, las expectativas
puestas en ella.
Hacia las 10.00 horas y con la temperatura “in crescendo”, un grupo tomó
posesión de un pequeño afloramiento de cuarzos azules que, ciertamente,
resultan raros de encontrar y, a veces, fáciles de confundir con cristales
de calcedonia. En esa zona el cuarzo azul, milimétrico, se presenta sobre
superficie de rocas dolomíticas. Junto al cuarzo es relativamente frecuente
y común encontrar otro mineral del extenso grupo de los silicatos: la
aerinita. De color azul, su nombre que proviene del griego aerinos, alude al
color cielo.
Un nuevo socio, Luis, se ha incorporado a la cuadrilla, llegado desde Madrid
a las 8.30 horas. Como escoltas y protectores de nuestra damisela Julita, la
acompañamos descendiendo barranco abajo hasta llegar al lugar idóneo en el
que ella se aposenta para dirigir las actividades de Santiago.
Al tiempo, el pequeño-gran Marco y los que por allí revoloteamos hacemos
entrega a Franck, padre del jabato Marco, de una serie de presentes en forma
de roca para que se dedique a partir y ver si encuentra algunos cristales
azules de cuarzo. Se encuentra en el nivel superior del que hemos descendido
porque una intervención muscular de la que todavía no está del todo repuesto
ha dicho que “hasta aquí hemos llegado por hoy”.
Una pequeña porción del grupo general se desgaja para dirigirse a través de
intrincados barrancos, subiendo y bajando, hacia un pequeño criadero de
pistomesitas. Se trata de un mineral de carbonato de hierro y magnesio
caracterizado por su color pardo amarillento oscuro y brillo vítreo. Aunque
se desprenden con gran facilidad de su matriz, después de poco más de una
hora, regresamos con un buen botín de piezas que son presentadas a modo de
top-manta de mercadillo para que todos/as recojan las piezas que les gusten.
Y hasta aquí hemos llegado. La excursión del fin de semana del GMM toca su
fin celebrándolo, a mayor gloria, con unos sabrosos tentempiés y unos
brindis que nos echamos al gaznate en el porche del Fogón del Hondón (ya
casi somos de la familia). Para quien estas líneas escribe, como responsable
de la salida, dejar constancia y agradecer a todos los participantes su
contribución al éxito de la misma Mi lema es “Festina lente” (Correr
Despacio). Creo que nuestro itinerario, organización, tiempos y
circunstancias han respondido al mismo porque “Age quod agis” (lo que haces,
hazlo bien).
J. Alfredo Gómez Pascual